La Organización mundial de la salud (OMS, 2013), postula que la salud es “un estado de completo bienestar físico, mental y social, y no sólo la ausencia de enfermedad o dolencia” es decir, que, desde esta perspectiva, la salud implica componentes de bienestar a nivel biológico, afectivo, social y cultural, brindando así un modelo de salud para el siglo XXI; este modelo de salud, propone a la salud como una salud integral, y esta, estaría constituida entonces por cuatro pilares, los cuales son: la salud física, la salud emocional, la salud mental y la salud espiritual.
Hoy en día la obesidad, los problemas cardiovasculares, la diabetes, el cáncer, trastornos de alimentación, la ansiedad, depresión, suicidio y otros trastornos mentales son las principales causas que afectan el componente físico, mental y biológico de la salud integral. Sumado a estos los factores de riesgo modificables como el sedentarismo, falta de adaptación al medio ambiente, las adicciones como el tabaquismo, alcohol, drogadicción, dependencias emocionales que ocasionan desequilibrios y barreras para el bienestar del individuo, la familia y la comunidad. En donde la solución es optar unos estilos de vida saludable.
Los estilos de vida se definen como las conductas o comportamientos, tanto individuales como colectivos, con los cuales se alcanza un bienestar no solo físico sino también emocional, que se refleja en un adecuado estado de salud que mejora la calidad de vida. Abarca prácticas de autocuidado, ayuda mutua y cuidado al entorno. (Mora Silvia L, Múnera Fabio A;2015); Existen estilos de vida modificables como son: el consumo de tabaco; Consumo de alcohol; Consumo de sustancias psicoactivas-SPA; Consumo de medicamentos como: anticonceptivos orales, corticoesteroides, estrógenos conjugados, antinflamatorios no esteroideos, psicofármacos; Conducta sexual de riesgo; Sedentarismo; Dieta inadecuada rica en: sodio, grasas saturadas, azúcares refinados y pobre en fibra vegetal; Estrés. (López D, Obando V, Loaiza D,2019).
La modificación de estos, parte del cuidado del individuo relacionado con la resiliencia de la persona, que implica su capacidad para recuperar las circunstancias traumáticas de la vida y la forma en que el cuerpo humano incorpora los efectos del ambiente, las interacciones sociales y los traumas psicológicos y corporales, desarrollando capacidades para decidir y tomar acciones para proteger su salud, la de su familia, la comunidad y el medio ambiente que lo rodea. El cuidado se sustenta en el autocuidado e involucra una condición dinámica que integra en diferentes momentos de su vida su capacidad para acumular autonomía, capital de salud y capital social. También involucra el deber de la sociedad y de los sistemas de salud de realizar acciones que permitan ganancias en salud. Según la definición de la Organización Mundial de la Salud, “el autocuidado comprende todo lo que el individuo hace por sí mismo para establecer y mantener la salud, prevenir y manejar la enfermedad”. (OMS, 1998).
Entre los diferentes grupos de acciones relacionadas con el autocuidado se encuentran: Higiene general y personal; Nutrición: tipo de alimentos y calidad; Estilo de vida: ejercicio y recreación; Factores ambientales de la vivienda y hábitos sociales; Factores culturales y sociales; Manejo del estrés; Desarrollo personal y proyecto de vida; Uso de tecnología; El cuidado de los niños, adolescentes y mayores; La capacidad de tomar decisiones oportunas para gestionar su salud y buscar ayuda médica en caso de necesidad. Esto el individuo lo construye a lo largo del curso de vida, con base en la información que obtiene en los diferentes ámbitos donde transcurre su vida cotidianamente como es la familia, la escuela, el trabajo, entre otros. (Pardo I, 2019).
En el contexto de cualquier sistema de salud el primer deber de la persona con el servicio de salud es “propender por su autocuidado, el de su familia y el de su comunidad”. No es posible proyectar efectos positivos de la atención primaria, la promoción de la salud y la prevención de la enfermedad si no se logra incrementar el nivel de cuidado en el individuo. No se pueden reducir riesgos de enfermedad, si no se logra que el individuo asuma decisiones frente al hábito de fumar, la adecuada nutrición, las conductas riesgosas en el ámbito laboral, la escuela o las conductas sexuales. Es por esa razón que el cuidado se conecta con la valoración del individuo del Sistema de Salud. (Ministerio de Salud y Protección Social, Colombia,2016).
Recuerde el logro de la salud integral y del bienestar es posible, siempre que se tenga una actitud proactiva, abierta al cambio, solo así se generan estilos de vida y se mantienen los factores protectores. Para esto las personas deben realizar acciones, con el fin de generar cambio de comportamiento en los estilos de vida teniendo en cuenta sus creencias, costumbres, ciclo de vida y entorno.